SEGUIR A JESUCRISTO NO ES UNA SIMPLE OPINIÓN

La cultura dominante quiere reducir el cristianismo a simple opinión
Entrevista con monseñor Angelini en los 25 años de la revista «Teologia»

MILAN, 15 enero 2002 (ZENIT.org-Avvinire).- «Teologia», la revista de la Facultad Teológica de Italia Septentrional con sede en Milán cumple 25 años. Hemos aprovechado la oportunidad para afrontar los desafíos de la teología a inicios de siglo conversando con monseñor Giuseppe Angelini, profesor de Teología Moral y presidente de la Facultad desde 1994 y director de «Teologia».

--A menudo se ha privilegiado la idea de que el cristianismo debe ser más testimoniado que pensado. ¿Se mantiene esta idea hoy?

--Giuseppe Angelini: La idea sigue en pie. La verdad del Evangelio exige ciertamente el testimonio. Pero la teología tiene una competencia diversa y mas precisa: se ocupa del conocimiento de la fe. Los intelectuales laicistas prefieren hoy al teólogo poeta, testigo y profeta, respecto al teólogo que piensa. Éste les comprometería a revisar prejuicios demasiado arraigados. Esta concepción sentimental del cristianismo sanciona el sustancial rechazo de éste como verdad. Los mismos teólogos, sin embargo, se han mostrado a menudo condescendientes a esta concepción después del Concilio.

--¿Cómo conciben entonces estas corrientes laicistas el cristianismo?

--Giuseppe Angelini: Se dan dos imágenes consiguientes y decadentes del cristianismo: la de una religión sólo interior, casi mística, expuesta al lo esotérico; y la de una ética civil que defiende los derechos humanos, la paz, el tercer mundo, el medio ambiente, etc. Las dos imágenes evitan la cuestión de fondo; es decir, el rostro del Evangelio como desafío a la libertad, llamamiento a la conversión. Este rostro propio del cristianismo es tendencialmente rechazado. El cristianismo se convierte en repertorio de símbolos a los que acudir para dar expresión a lo que cada uno siente.

--¿Este intento por privilegiar la ética civil se ha reflejado también en la teología, con el proliferar de interpretaciones sectoriales: feminista, ecologista, política, etc.?

--Giuseppe Angelini: Sí. El privilegio que la teología tras el Concilio concede a menudo al diálogo con el llamado pensamiento «laico» alimenta la dispersión. Sanciona la sustancial censura de los interrogantes de fondo, que la conciencia de cada hombre advierte en cambio como más profundos y urgentes; los relacionados con las experiencias radicales, nacer y ,morir, generar y educar, amar y odiar...

-En estos 25 años, ¿cómo ha sido la relación de la teología con las instituciones eclesiales?

--Giuseppe Angelini: Detecto sobre todo un defecto de relación. La consulta de los teólogos fue esencial en le debate del Concilio Vaticano II; luego, en cambio, ha habido --en parte a causa de la fragmentación de la que hemos hablado-- una consistente tendencia a prescindir de los teólogos en la elaboración de las cuestiones pastorales. La marginalidad eclesiástica ha animado al teólogo a desplazarse al frente de la comunicación pública, haciéndose casi catequista para gente culta.

--Ante el avance de las nuevas tecnologías ¿cuáles pueden ser las nuevas fronteras de la reflexión teológica?

--Giuseppe Angelini: Hay siempre que tener presente el principio enunciado por Martin Heidegger: «El sentido de la ciencia no es una cuestión científica». Por lo que respecta a los nuevos conocimientos científicos, es urgente su integración en la perspectiva sintética de la conciencia. La teología debe reflexionar sobre la compleja relación entre ciencia y sociedad, superando la representación ingenua de la ciencia como saber aséptico y solo instrumental. Lo quiera o no, lo sepa o no, la ciencia plasma la conciencia a través de la prácticas que induce. La difusión de las prácticas de procreación asistida, por ejemplo, corre el riesgo de llevar a una significativa alteración en la percepción de fondo del sentido de procrear. Lamentablemente el debate bioético parece hoy más jurídico que moral. No se plantea el problema de lo que comporta para la conciencia misma de los padres la elección de producir un hijo en probeta. Una valoración de este tipo sólo es posible cuando se reconozca que generar es un acto que siempre plasma la conciencia. Creo que la Teología tiene los recursos para hacer ver esto a la conciencia de todo hombre.
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